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miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOS DESTELLOS DEL CIELO


Miraba al cielo atentamente buscando una estrella fugaz, pero esa noche estaba llena luces estáticas. Sentía en su cuello la brisa de septiembre, pero era abril, no comprendía esa ambivalencia temporal. Sujetaba su pelo que bailaba al compás del clima, y de vez en cuando acariciaba su crecido vientre. Al mismo tiempo susurraba una canción que no tenía letra y la acompañaba con movimientos similares a una danza perdida. Luego recordó las pequeñas señales de vida que la sorprendían mientras dormía. Fue entonces cuando temió que no volvieran a repetirse. Algo en su interior estaba dormido, y yacía con plenitud y gracia. Ella no sabía como describir la sensación que la estaba invadiendo, tenía el presentimiento de que lo que sucedía no era bueno. Levanto la vista, como ultimo intento para pedir el deseo prometido a los destellos del cielo, pero desde la lejanía no hubo respuesta. De pronto se escucharon pasos en el pasillo, el sonido se acercaba muy despacio hasta detenerse por completo. En aquel momento una voz interrumpió la armonía del silencio, “Ya es hora”, resonó desde la profunda oscuridad. Ella giro y asintió con la cabeza, dejo caer sus brazos y la siguió desapareciendo lentamente.