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viernes, 21 de agosto de 2009

El Arlequin y La Ninfa del Mar (1º parte)

Esperaba que lo leyeras, es más cuando dijiste que manejabas esto pensé que seria la única forma de que me prestaras atención.
No soy como aquellas mujeres que acostumbras, pero puedo parecerlo. Puedo fingir ser avasallante, perspicaz, extrovertida, indiferente tal vez… creo que esto último es el gran problema de nuestra comunicación. Admito que tiendo a ser así pero solo por reflejo… es un mecanismo de defensa que cree y que no puedo dominarlo. Tu eres el que me produce hacerlo continuamente, y creo que por eso mismo es que nace mi interés. Sin quererlo mis ideas siempre rodean tus palabras usadas, ¡si! Tu imagen esta plasmada en cada parpadeo. Y es aquí donde mas desconcertada estoy, no puedo dejar de fastidiarme con tu oratoria, con tu altanería, con ganas de sobresalir. Me irrita pensar que voy a escucharte, y sin embargo añoro sentir el ritmo de tus elocuencias al pasar. Muchas veces río por esta situación, y asumes que es por mi irresponsabilidad a la vida, debo aclararte que no es así. A veces demuestro mi interés con típicas miradas, hasta el día de hoy sigue siendo en vano conseguir una respuesta. Pero seguiré expectante a cualquier movimiento que realices… y ahí te contare la verdadera historia del arlequín, de voces frías… y la ninfa del mar.